sábado, 1 de diciembre de 2018

FUNERAL LUIS MAYA



 

Gracias al Maestro

Funeral de D. Luis Maya

 

          Querido D. Luis, delante de tus huesos, tus alumnos quedan aturdidos, cuando llega la triste espadaña de la  muerte con su grito permanente: Ha muerto el mejor profesor del Seminario Metropolitano de Badajoz.
 
1.- Gracias, MAESTRO

          Lo primero que sale de la boca de tus alumnos adquiere forma sapiencial: ¡Gracias maestro!
          Gracias por la Hª de la filosofía, tu asignatura preferida y de tus alumnos. Clase diaria del pensamiento antiguo, medieval y moderno. ¿Quién no recuerda tus clases de Kant, de Averoes o del sabio judío Spinoza?
          Gracias  por aquel bello tratado de Deo uno et trino donde nos enseñaste a amar a la Santisima Trinidad y su inhabitación en nuestro corazones.
          Gracias por el Tratado de Revelación y fe. ¡Como desgranabas el Oyente de la palabra de K Rhaner!... Como nos presentabas con audacia teológica la racionalidad de la fe... Como nos sumergías en el Jesús de la historia y el Cristo de la fe!
          Gracias por la Introduccion general a los sacramentos donde nos enseñaste a amar a la Iglesia como sacramento de Cristo.
          Gracias por la teología bautismal y eucarística.
          Gracias, a la postre, por la Antropología teológica que tanto nos ayudó a profundizar en el misterio del ser humano y de la humanidad entera agraciada por el Resucitado.

2.- NON PENTIBIT
 
          Ayer lloré delante de tus huesos, como Jesús ante su amigo Lázaro. Me estremecía al recordar el non pentibit (no se arepentirá) de Tomás Luis de Vitoria que se canta en Roma en la consagración de los Obispos. Porque en verdad tú eres sacerdote eterno y Dios nunca se arrepentirá de haberte elegido. Jamás se arrepentirá de haberte elegido Pastor y Maestro. Tus alumnos quieren unirse al coro y  dar gracias al Padre eterno por tu vida y tu palabra, por tu libertad y tu generosidad, por tu  constancia e inteligencia. Tú hiciste verdad en tu vida las palabras del salterio: "Al justo da grima verlo". Ahora puedes cantar con el yo salmico: "Señor, devuélveme la alegría de tu salvación". La alegría plena te ha abrazado, mientras los Stradivarius del palacio real suenan más fuertes que nunca: "Siervo, bueno y fiel, pasa al gozo de tu Señor"

          Siempre fuiste para nosotros el hombre libre, que nunca se casa con nadie, "un manantial de agua cuya vena nunca engaña"; equilibrado, sereno, profundo, y siempre eclesial, en sintonía leal con el Magisterio de la Iglesia. Mejor lo dijo  la palabra del profeta Isaías para alabar tu paso fecundo por nuestras vidas: "Dichosos los pies del mensajero que anuncia la paz".
 
          3.- Dos textos muy queridos por D, Luis
 
 
 
          Después de publicar algunos estudios, el regalo para D. Luis era inevitable. Él leía con avidez los estudios de sus alumnos, le llenaban de orgullo. Dos veces recibí la llamada de teléfono de D. Luis rogando que le mandase estos dos textos que le habían encantado. Porque él los hacía suyos, también los hago vuestros, para que sintáis los latidos de corazón del Maestro:
 

3.1.- Gabriel  MARCEL

          Continuando con el hilo argumental, llega el momento de distinguir con nuestro autor, Gabriel Marcel,  la diferencia entre el ideólogo y el pensador. Dicha diferenciación pertenece a una de las aportaciones más originales de la obra marceliana, necesaria para liberarnos de los fanatismos de todo tiempo y, muy especialmente, de aquellos que se inician en las laderas del s. XXI: 

          “Cuanto más trate mis propias ideas, o también mis convicciones, como algo que me pertenece, y de las que por ello mismo me enorgullezco, inconscientemente tal vez, como alguien se enorgullece de un invernadero, o de una cuadra, tanto más tenderán estas ideas y estas opiniones, por su misma inercia (o, lo que viene a ser lo mismo, por mi inercia ante ellas), a ejercer sobre mí una ascendencia tiránica; ahí está el principio del fanatismo en todas sus formas. Lo que se produce aquí es una especie de injustificable alienación del sujeto (me decido con disgusto a emplear aquí este término) ante la cosa cualquiera que ésta sea. Ahí está, a mi modo de ver, la diferencia entre el ideólogo, de una parte, y el pensador y el artista, de otra. El ideólogo es uno de los tipos humanos más temibles que existen; puesto que inconscientemente se hace a sí mismo esclavo de una parte reprimida de sí mismo; y porque dicha esclavitud tiende inevitablemente a convertirse hacia fuera en tiranía”. Por el contrario, “El pensador está perpetuamente en guardia contra esta alienación, esta petrificación posible de su pensamiento; permanece en un estado perpetuo de creatividad, todo su pensamiento está siempre y en todo momento, puesto en cuestión” . 

(Publicado en Abdón Moreno, Auriensia 15 (2012) 175-194.

 

B.- Erasmo de Rotterdam

          Hago mías las palabras de Erasmo:

          "Quiero abriros el pecho pues estoy entre amigos: nunca leo las obras que Cicerón hizo: De Senectute, De Amicitia, De Oficiis, o las Tusculanas, sin que muchas veces bese el libro y tenga en grande acatamiento aquel ánimo guiado por la gracia celestial.

          Lo contrario me sucede con los autores recientes... que es de maravillar cuán heladamente proceden en comparación con los antiguos, y parecen no sentir lo que dicen. Yo, por lo que a   toca, más lamentaría faltarme un libro de Cicerón o Plutarco que todo cuanto escribieron Escoto y sus pares, no porque los condene sin remisión, sino porque no sienten lo que dicen, y porque siento que con la lectura de los unos me vuelvo más bueno, en tanto los otros me dejan más frío para la auténtica virtud y más querencioso para las disputas".

(Erasmo de Roterdam, Convivium religiosum, en Colloquia 251-252. Citado en Abdón Moreno,  El Padrenuestro de un humanista, Badajoz 1999, p. 20)
 

4.- Conclusión

          D. Luis seguiremos montados sobre tus hombros de Buen pastor... ¡No nos dejes caer de ellos! Ahora es verdad aquellas palabras de Job: "Antes te conocía oídas, ahora te han visto mis ojos". Ya en el cielo, y montado en los hombros del amor de tu vida, has visto la gloria de Dios. "Hombre bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor".

          Te pedimos perdón porque en los recios tiempos del silencio de Dios, también nosotros guardamos silencio. A la postre, una vez más en la historia se hacía verdad aquello que escribió por tres veces Arias Montano: "¡Qué pena de mi tierra extremeña, son más justo conmigo en Italia y en Flandes que en mi propia tierra!".

          D. Luis miraba todos los días los ojos de la Virgen, mientras desgranaba las cuendas del Rosario. Hoy ella, la Madre, como su Hijo hizo con el hijo pródigo, te ha mirado a ti, se ha conmovido al verte, ha salido a correr, te ha echado los brazos al cuello, te ha acogido en su regazo y te está comiendo a besos.

 

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