LEYENDO A Romano GUARDINI
Uno de los textos más luminosos sobre la relación Biblia / Estética fue el libro de Romano Guardini: Quien no conoce a Dios no conoce al hombre, un verdadero record editorial en Alemania. En el Seminario Metropolitano de Mérida-Badajoz, en 2019, impartimos un Seminario académico sobre dicha relación. Uno de los Papers realizado por mis alumnos se centró en el gran esteta de München: Romano GUARDINI. Uno de esos alumnos tiene algo que deciros.
Pedro
Vinteño López
Recensión al artículo sobre Romano Guardini escrito por el profesor D.
Abdón Moreno. Paper del Seminario sobre Biblia
y Estética durante el curso 2018-2019.
Guardini era muy popular en Europa. Muchas personas creyentes y no
creyentes acudían a escucharlo los domingos en la Iglesia de San Luis. Profesor
en la Universidad de Múnich,
abarrotaba el aula magna cada vez que hablaba. Creyentes, agnósticos y ateos
acudían a escuchar al maestro.
Nace en Verona en el año 1885 y muere en Múnich en 1968. Hijo de padre
diplomático, su vida académica se desarrolló entre Múnich, Berlín y Tubinga.
Descubre que la vida cultural de occidente se veía desgarrada por
falsos dilemas. ¿Hay que optar entre visión o razón o vida, ethos o logos,
interioridad o exterioridad, subjetividad u objetividad? Ya él adivinó que si
elegimos lo uno o lo otro nos condenamos a la soledad y a la miseria
espiritual. La única actitud es fomentar la integración de estas vertientes
esenciales del ser humano.
El hombre se desarrolla abriéndose a todas las realidades que en
principio son distintas, y que pueden llegar a ser íntimas sin dejar de ser
distintas.
-El hombre se realiza en el encuentro:
En la Edad Moderna, el hombre occidental cobra conciencia de su
condición de sujeto, de ser autónomo. Una idea que se alarga hasta nuestros
días.
El encuentro solo es posible entre ámbitos de la realidad; sugiere un
tipo de realidad que actúa como un todo
y que se compenetra con quien se entrega a ella. La vuelta a lo concreto no
significa un alejamiento respecto a lo universal sino la búsqueda de lo
supraindividual por la vía de las realidades singulares.
La categoría del encuentro es eminentemente personalista, porque en toda su labor se alienta la voluntad de
desplegar al máximo la creatividad y lograr el pleno desarrollo personal. Toda
vida implica relación con el ser viviente y con el medio.
Muchas obras suyas incluyen en su título el sustantivo vida y el
adjetivo viviente. Ello no significa adhesión a la corriente vitalista sino el
afán de marcar distancias entre el objetivismo y el subjetivismo, pues por la
vida humana no es ni una cosa ni otra, sino relacional-creadora. EL hombre es
una persona que toma distancia frente a las demás realidades e instaura con
ellas relaciones de encuentro.
A.- El carácter verbal de la persona:
Toda la realidad vista en un contexto de vida creadora de vínculos,
aparece como el punto de confluencia de diversas realidades que se juntan. La
palabra es el verbo y el medio en que nos fundamos en nuestra mismidad más
honda: redescubrirse como imagen y semejanza de Dios.
Guardini asume que el cuerpo es la palabra del espíritu y que el hombre
fue creado por Dios para ser llamado por Él. La persona y las realidades del
universo configuran la vida de Dios que crea por amor y por eso deja al hombre
libre, eso le lleva a comprender y responder a la llamada de Dios y le lleva a
su encuentro. Dios no quiere un amor de esclavos, sino un amor que sea capaz de
decirle “no”.
B.- Cuerpo, palabra del espíritu:
La idea expresada quiere un vínculo entre el cuerpo y el espíritu, un
nexo, que no sea casualista. Formarse es ponerse en disposición de dar al
propio ser la figura que le corresponde. El hombre abierto creativamente al
mundo es un ser cultural.
C.- Caminando hacia una nueva época:
Asumiendo los logros del siglo XX, podemos orientar las energías
humanas por las vías más fecundas. Guardini señala alguna de estas vías:
1) La nueva época no anulará la inteligencia humana;
2) Este conocimiento aliado no reduce el entorno a objetos dominables;
3) Hace falta una intuición para integrar la visión y el concepto;
4) Hay que tomar distancia de perspectiva.
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