martes, 12 de febrero de 2019

CRUZ VISIGÓTICA (s. V) de Talavera la Real



 

Están clavadas tres Cruces...
museables en Talavera la Real

 
Prof. Dr. Abdón Moreno G.  Investigador  I + D

Centro de Investigadores de la Iglesia  de España en Roma

http://cronicasdetalavera.blogspot.com/ (28 de enero 2019, pp. 1-19)

 
          Como el atardecer de la vida se va acercando y las canas avanzan en su carrera para los de mi generación talaverana, -que prosiguen la lucha en la palestra de la vida de cada día y de cada año-, quiero compartir con los talaveranos un pequeño  o gran tesoro    -para mí inmenso- como regalo de Reyes en el año nuevo de la gracia del Señor: 1919. En justicia, este tesoro os pertenece a todos los que regáis con vuestro sudor las ricas vegas del Guadiana y del Guadajira, los dos viejos ríos que surcaron nuestros abuelos con sus ojos bien despiertos. Viene ello a confirmar la vieja afirmación que reza así "La vida  de los pueblos es la vida de sus ríos". Y he dicho abuelos para honrar desde aquí a todos aquellos que se fueron años ha y que besaron  y rezaron delante de estas tres Cruces. Se  da pacíficamente por convenido que yo escoja el populismo de la canción Están clavadas tres cruces... para nombrar este ensayo; porque tres eran tres, en Talavera y también en el Gólgota. Cada uno a su  guisa.

          Afirmar sin ambages que Talavera la Real tenía una Ermita visigótica de La Virgen de la Ribera (Siglos V-VI d. Cristo), es mucho decir, y debe de llenar de orgullo a todos los talaveranos, porque ello supone que la comunidad cristiana de Talavera la Real es muy vieja y tiene el rostro arrugado de tanto parto y maternidad, y ahonda sus  raíces en la fecundidad irrebasable e inenarrable del mejor cristianismo emeritense, que se alimenta del  culto martirial eulaliense, puesto hoy  muy de relieve, al aparecer, recientemente, las tumbas de sus Arzobispos visigóticos escoltando el Trofeo martirial de Santa Eulalia. ¡Qué pena más grande, para llorarla siempre, que la  Ermita visigótica de La Virgen de la Ribera haya desparecido del paisaje talaverano con la complicidad ladina de los poderes de turno que se unía al silencio cobarde de los talaveranos! Allí fueron, tantos siglos romeros, nuestros antepasados para agradecer sus cosechas e implorar la protección maternal de la Virgen madre de Dios, que bien merecen que no borremos su memoria. ¡Hemos sido muy injustos con ellos! Hago mías, en este caso, unas palabras de Bertol Brecht que siempre iluminaron mi camino:

" ¡Ay de aquellos que se esfuerzan y luchan toda la vida,

esos son los imprescindibles! "
 

A.- CRUZ VISIGÓTICA DE TALAVERA LA REAL
( SIGLO VI  d. Cristo )

Estamos  delante de un verdadero tesoro del s. VI d. Cristo, una cruz de bronce, laminado con oro al fuego, encontrado en el lugar topográfico donde se encontraba la Ermita de la Virgen de la Ribera, a la orilla del río Guadiana, llamado hoy popularmente DIALCONDE, a 4 kilómetros de la actual Talavera la Real de la provincia de Badajoz. Justo por ello creamos un sintagma nominal nuevo para nombrarla técnicamente con el neologismo: La cruz de la Virgen de la Ribera

La cruz debió estar fijada a algún  elemento litúrgico de mayor tamaño, llámese altar, relicario, sagrario, o vasos sagrados, como  demuestran los cuatro boquetes de sus  respectivas puntas.

La cruz mide 4,5cm + 4.4cm, con gran peso para su tamaño, y va laminada en oro de 21 kilates, con un  altozano central convexo de 1,4cm de lado y que termina en punta, donde confluyen cuatro veneras serpenteadas por medias naranjas que arrancan de sus puntas.

Una particularidad muy relevante de nuestra cruz son las 4 veredas en alto relieve que arrancan de sus puntas para confluir en el cuadrado central convexo; las cuatro van surcadas de medias naranjas sucesivas que le dan una belleza relevante, y se ajustan al vocabulario visigótico.

A su vez, la traza de las cuatro puntas de la cruz van festoneadas, y llevan también como remate el mismo cordón de bolas, sobre los que confluyen en perpendicular altorelieve las cuatro veredas anaranjadas de sus cuatro lados.
CRUZ VISIGÓTICA ( s. V ) de Talavera la Real
 



 
B.- CRUCES ROMÁNICAS DE TALAVERA LA REAL

( Siglos  XII y XIII d. Cristo )

Muy particular de los dos Cristos que  presentamos ha sido su  hallazgo, en la orilla del río Guadajira, a cuatro kilometros de Talavera la Real, junto a una moneda de Sancho IV de Castilla apodado el  Bravo, lo cual asegura la datación de las piezas. No  estamos pues  ante una reproducción posterior a esa fecha (1258-1295) de modelos  románicos que con frecuencia se realizaban, sino ante dos Cristos de la misma época del reinado de  Sanscho el Bravo con el vocabulario típico de la escultura visigótica. Justo por ello es conveniente atender al Sitz in Leben (Contexto existencial) del tiempo referido, que el iniciado podrá completar con la bibliografía[1] que puede encontrar a pie de página.
Moneda de  Sancho IV el Bravo
 


Preciosa moneda de vellón, medida aprox. 16 mm. Conservación MBC[2].

Anverso : "SANCII REX".

Reverso : " CASTELLE LEGIONIS ".

Ceca: estrella en primer y cuarto cuadrante de la cruz. 

Concretando la época referida notemos que Sancho IV de Castilla[3], llamado «el Bravo» (Valladolid, 12 de mayo de 1258 - Toledo, 25 de abril de 1295), fue rey de Castilla  entre 1284 y 1295. Era hijo del rey Alfonso X «el Sabio» y de su esposa, la reina Violante de Aragón, hija de Jaime I «el Conquistador», rey de Aragón.
Sancho IV el Bravo
 

           

Las dos Cruces románicas junto a la Cruz visigótica

 

La sucesión de Alfonso X

( 1275 )

          El hijo primogénito de Alfonso X y heredero al trono, don Fernando de la Cerda, murió en 1275 en Villa Real, cuando se dirigía a hacer frente a una invasión norteafricana en Andalucía. De acuerdo con el derecho consuetudinario castellano, en caso de muerte del primogénito en la sucesión a la Corona, los derechos debían recaer en el segundogénito, Sancho; sin embargo, el derecho romano privado introducido en el código de Las Siete Partidas establecía que la sucesión debía corresponder a los hijos de Fernando de la Cerda.

          El rey Alfonso se inclinó en principio por satisfacer las aspiraciones de don Sancho, que se había distinguido en la guerra contra los invasores islámicos en sustitución de su difunto hermano. Pero posteriormente, presionado por su esposa Violante de Aragón y por Felipe III de Francia, tío de los llamados «infantes de la Cerda» (hijos de don Fernando), se vio obligado a compensar a estos. Sancho se enfrentó a su padre cuando este pretendió crear un reino en Jaén para el mayor de los hijos del antiguo heredero, Alfonso de la Cerda[4].

          Finalmente, Sancho y buena parte de la nobleza del reino se rebelaron, llegando a desposeer a Alfonso X[5] de sus poderes, aunque no del título de rey (1282). Solo Sevilla, Murcia y Badajoz permanecieron fieles al viejo monarca. Alfonso maldijo a su hijo, a quien desheredó en su testamento, y ayudado por sus antiguos enemigos los benimerines empezó a recuperar su posición. Cuando cada vez más nobles y ciudades rebeldes iban abandonando la facción de Sancho, murió el Rey Sabio en Sevilla, el 4 de abril de 1284.

          Sancho se alzó como rey sin respetar la voluntad de su padre y fue coronado en Toledo el 30 de abril de 1284. Fue reconocido por la mayoría de los pueblos y de los nobles, pero al mismo tiempo hubo un grupo bastante numeroso de partidarios de los Infantes de la Cerda que reclamaban el acatamiento del testamento en cuestión, el rey Alfonso III de Aragón hizo proclamar a Alfonso de la Cerda como rey de Castilla en Jaca en 1288, e hizo una breve campaña en Castilla (1289-1290). 
          Durante todo el reinado de Sancho IV hubo luchas internas y peleas por alcanzar el poder. Uno de los personajes que más discordias provocó fue su hermano el infante don Juan y a su causa se unió el noble don Lope Díaz III de Haro, VIII señor de Vizcaya. El rey Sancho hizo ejecutar al de Haro y mandó encarcelar al infante. También, según cuentan las crónicas, dio la orden de ejecutar a 4000 seguidores de los infantes de la Cerda, pasándolos a cuchillo en la ciudad de Badajoz, a 400 en Talavera y a otros muchos en Ávila y Toledo. En 1285 nombró a Pedro Álvarez de las Asturias mayordomo mayor del reino.

          Después de estos acontecimientos, perdonó a su hermano don Juan, quien al poco tiempo volvió a sublevarse, ocasionando el conflicto de Tarifa. Don Juan llamó en su ayuda a los benimerines de Marruecos y sitiaron la plaza que estaba defendida por su gobernador Guzmán el Bueno, señor de León. Allí ocurrió el famoso acto heroico y la muerte inocente del hijo de Guzmán. La plaza de Tarifa fue fielmente defendida y los benimerines regresaron a su lugar de origen. Se desbarataron de esta manera los planes del infante don Juan y los del sultán de Marruecos, que pretendía una invasión.
          Cuando subió al trono de Aragón en 1291 Jaime II, hubo un acercamiento con Sancho IV plasmado en el Tratado de Monteagudo.[2]​ Por otra parte, Sancho IV fue un gran amigo, además de tutor, del personaje histórico conocido como el Infante don Juan Manuel[6].
          Sancho el Bravo murió en 1295, dejando como heredero a su hijo Fernando, de nueve años. Dejó también la herencia de las disputas y rivalidades con los infantes de la Cerda y sus partidarios[7].

 

C.- La Cruz cortada y La Cruz redonda

 


a)  LA CRUZ CORTADA
            Damos pacíficamente por convenido el sintagma nominal, La cruz cortada, para referirnos al más antiguo de los dos Crucificados, a la derecha de la imagen, que  podríamos datar en el s. XII.

            La cruz cortada mide 4cm x 3cm y va presidida por una recia cartela del INRI (Iesus Nazarenus Rex Iudeorum), con un marco en doble volta muy elegante. Particularidad singular, con conexión frecuente a la manera del s. XII-, es la terminación lanceolada de los extremos de la cruz. Pertenece a la tipología románica de los Cristos majestaticos, con rostro y ojos grandes, piernas bien abiertas, manos recias alargadas, y paño de pureza rígido.

            Es muy singular la imagen de la Virgen en el reverso del Crucifijo. Melena abundante, nariz grande, y manos oracionales juntas, forman parte de una bella iconografía hiératica, con un manto abundante que deja mostrar su rodilla izquierda en altorelieve. Se recoje el manto en su parte inferior con la media luna de la mujer del Apocalipsis. Desgraciadamente el leño central y vertical de la  cruz está partido debajo de la  media luna.

            La cruz viene rematada encima de la cartela inriniana con un fijador sólido y muy fuerte para sus  medidas, que nos habla de que este Crucifijo colgaba de una cadena.
 

b)   LA  CRUZ  REDONDA

 
          Tomamos el origen del neologismo Cruz redonda de la forma concreta de sus leños vertical y horizontal redondos que terminan en punta de flecha, por otra parte muy  originales ad casum.

          Este crucifijo mide 4.5cm x 3cm. Tiene tres particularidades especiales: a) cabeza inclinada al lado derecho; b) fuertes remates de los clavos de las manos, que no de los pies; y c) piernas inclinadas a la derecha de la imagen con paño de pureza abundante a su izquierda. Todo ello indica cierto movimiento en la imagen típica de finales del s. XIII que prepara ya el nacimiento del gótico y los albores de imágenes más dinámicas y detallistas, en  contraste profundo con las imágenes románicas más estáticas y mayestáticas.
 
          Encontramos de nuevo la imagen de La Virgen en el reverso del Crucifijo. Las manos abiertas sobre el pecho en posición hierática, mostrando sus palmas son muy singulares; le acompañan la media luna y la  bola del mundo a sus pies. Unos ojos grandes sobre el  rostro expresan señorío y majestad.

          Es muy curioso hacer notar que este Cristo más dinámico y movido que el  anterior del s. XII, tenga una imagen mariana mas estática e hierática que su predecesor temporal; todo ello podría apuntar a una datación más temprana de la de finales del s. XIII, de cualquier modo siempre antes de 1295 en que murió Sancho IV el Bravo.

          Dije en el título de nuestro ensayo "tres cruces museables...".  Me reitero en el sintagma nominal, dado que pertenecen a las raíces cristianas de mi querido pueblo. Talavera la Real, donde nací a la vida y a la fe, y en cuya preciosa pila bautismal del s. XVI aconteció el día más importante de mi vida, puesto que en ella renaci como hijo de Dios y de la Iglesia madre. Mis raíces, mis amigos, mi pueblo, al que tanto tengo que agradecer tanto yo, como mi familia. Por todo ello y más que no sé decir, estas tres cruces quedarán depositadas en el Museo de Arte Sacro de la Catedral de Badajoz, con la única condición de que una cartela bien grande haga constar a mi pueblo y a mis gentes: "Encontradas en Talavera la Real". Así se hace la historia.

          Consules videant.

 

C) LA AGONÍA DE EUROPA 

          Delante del gólgota de Talavera, presidido por sus tres Cruces, me permita el lector acudir y refugiarme al abrigo de la reflexión, siempre honda y acertada, de la  mayor filósofa española del s. XX, María Zambrano, la mejor discípula de Ortega  Y Gasset, y en el decir de muchos -entre los cuales me encuentro- "la discípula que superó al maestro".

          Cuando la gran catedrática europea, María Zambrano, retorna a España del exilio al que fue sometida injustamente durante cuarenta años, -su mayor tragedia, su gólgota, "el cáliz que  hay que beber", en el decir  de ella misma-, llega en un carro d ruedas. A los poderos fácticos le interesaba sobremanera aprovechar la fama de Zambrano en Europa y USA para desplegar en los Media y en las Cancillerías europeas una gran publicidad que hiciese constar la imagen de la España democrática y moderna. Todo son glorias para los exiliados. Acuden a recibirla en Barajas en 1.985 el Presidente del Gobierno Felipe González y el ministro de cultura, y la reciben los reyes de España en una audiencia muy especial controlada por su gran amiga la reina Doña Sofía. Poco tiempo después, a la filosofa exiliada, la republicana Zambrano, los poderes fácticos la orillan y marginan al  comprobarse que la roja republicana es una gran creyente practicante católica. Ya no interesa a los neófitos de la izquierda española. ¡Qué pena da la vocación cementerial española, que entierra y desentierra periódicamente a sus hijos mejores! María Zambrano está muy de moda en Alemania, Italia y  USA, y es leída,  traducida y estudiada con avidez; y se hacen tesis doctorales sobre sus escritos filosóficos... ¡Y qué pena que sea más conocida fuera de España que en su  propia tierra! Aduce con prisas ahora a la debilidad de mi memoria la misma historia ad casum que escribió, por tres veces, el gran humanista extremeño Benito Arias Montano, la mano derecha de Felipe II: "En Flandes y en Italia son más justos conmigo que en mi propia tierra". Quizás el que esto escribe podría  contar algo, también, de esa vocación cementerial hispánica.

            La filósofa exiliada da en el clavo: "Europa no hereda de Grecia sus dioses ya desacreditados  y  consumidos por la filosofía griega. Su Dios le viene de un pueblo semita. Es, de todos los dioses, el Dios creador por  excelencia: el que ha sacado al mundo de la  nada.
CHAGALL
 

          Él ha sido el verdadero Dios de Europa, el dios de un "pueblo elegido" por Él para  salvar a todo el universo. Dios creador pero que perdió al hombre y con él al mundo. Pues el hombre, criatura predilecta, también se rebeló, y al hacerlo desposeyó  a Dios del mundo que creara para su  gloria. El "seréis como dioses" de la serpiente despertó en el hombre su deseo  de suplantar a  Dios en el mundo, de ser Dios dueño de un mundo que él no había creado. Dios podía haberlo aniquilado, haber devuelto a la nada a esta impar criatura que se le revolvió, podía haber borrado al mundo. Mas no lo hizo, y aún le envió, más tarde, el único remedio que podía arreglar esta situación. Le envió a un Dios como él, que adquirió figura humana, carne mortal para morir y, todavía más, para ser devorado por los hombres; un dios que se hace alimento de la insatisfacción humana. El "seréis como dioses" ya  no viene de la serpiente; Dios mismo se ofrece para aplacar esta  hambre divina. Dios sigue siendo el Dios de la creación, pero aún más que nada de la misericordia.

          Con el cristianismo, este nuevo Dios que no destruyó al viejo triunfó definitivamente en los albores de lo que había de ser Europa. Sin duda, muchas religiones quedaron actuando bajo su derrota, produciendo su  efecto en la vida del naciente Continente, ya sea en forma plena, llamándose por su nombre; ya de forma más sutil, infiltrándose, enmascarándose. Pero es indudable el triunfo de este Dios en cuya adoración Europa ha ido creciendo. Porque  Europa se lanzó con furia a la adoración de este Dios  Creador... y el hombre europeo se ha glorificado  por la creación. Uniformidad y continuidad, tal vez única, en la vida tan compleja de Europa. Es la tradición, la gran tradición que a todos reúne y que, a través de todos los cambios, subsiste. Lo que hasta ahora ha sido puesto a salvo y rescatado, la antorcha, que arrebatada de unas manos enemigas, no se ha dejado caer"[8].
Abdón Moreno
Iglesia Nacional de España en Roma
Cfr. un texto mas detallado en



            [1]    Información básica Wikipedia (20 enero 2019).  Cfr. Arco y Garay, Ricardo, Sepulcros de la Casa Real de Castilla. Instituto Jerónimo Zurita. Consejo Superior de Investigaciones Científica, (Madrid 1954). OCLC 11366237. 
Fernandes, Fátima Regina,  «A extinção d descendência varonil dos Menezes de Albuquerque em Castela e suas implicações na administração do seu património em Portugal». Revista da Faculdade de Letras, História, Universidade do Porto,(1972) 1453-1467. ISSN 0871-164X. 
Ferrer i Mallol, María Teresa,  Entre la paz y la guerra: la Corona-catalana-aragonesa y Castilla en la Baja Edad Media, (Barcelona 2005),  Ed. C.S.I.C., Institución Milá y Fontanals, Departamento de Estudios Medievales. ISBN 8400083881. 
 
            [2] Agradecemos a Filatelia y Numismática SANTOS de Valladolid  la fotografía y el comentario de la moneda referida, de suma importancia para nuestro ensayo, y para la datación de las  dos  cruces estudiadas,
 
            [3]  Valle Curieses, Rafael del, María de Molina: el soberano ejercicio de la concordia (1260–1321). (Madrid 2000) : Alderabán. ISBN 84-95414-03-1. 
            Sotto Mayor Pizarro, José Augusto P. Os Patronos do Mosteiro de Grijo: Evolução e Estrutura da Familia Nobre Séculos XI a XIV,  (Oporto 1987). 
            Rodríguez García, Francisco (2002). Crónica del Señorío de Vizcaya (2002). Editorial Maxtor Librería. ISBN 84-9761-029-6. 
            Salvador Martínez, H,  Alfonso X el Sabio  (Madrid 2003): Ediciones Polifemo. ISBN 9788486547660. 
 
            [4]   Cfr. datos fundamentales en Wikipedia (15 de enero  20019). Cfr. Gaibrois Riaño de Ballesteros, Mercedes,  María de Molina, tres veces reina. Colección Vidas Memorables (Madrid 1936), Ed. Espasa-Calpe S.A. 
García de la Fuente, Arturo,  Los Castigos e documentos del rey don Sancho IV el Bravo. Estudio preliminar de una edición crítica de esta obra. San Lorenzo del Escorial (Madrid 1935). 
Gómez Moreno, Manuel. Instituto Diego Velázquez. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, (ed.),  El Panteón de las Huelgas Reales de Burgos, (Madrid 1946). 
            [5]   Cfr. información  detallada: González Jiménez, Manuel,  Alfonso X el Sabio, (Barcelona 2004): Ed. Ariel S.A. ISBN 84-344-6758-5. 
Ibáñez de Segovia Peralta y Mendoza, Gaspar: Marqués de Mondejar. Joachin Ibarra, (ed.) Memorias históricas del Rei D. Alonso el Sabio i observaciones a su chronica, (Madrid 1977). 
 
            [6] Menezo Otero, Juan José,  Reinos y Jefes de Estado desde el 712 (5ª edición). (Madrid 2005). Madrid: Historia Hispana. ISBN 84-604-9610-4. 
Pérez Algar, María del Pilar; Ramírez Vaquero, Elísa; Utrilla Utrilla, Juan F. (2005). La dinámica política. Tres Cantos, (Madrid 2005): Istmo. ISBN 84-605-6339-1. 
Rabadé Obrado, Félix , Alfonso X el Sabio: biografía. (Madrid 1997). Studium Generalis. ISBN 8470904337. 
Rivera Recio, Juan Francisco (1985). «Los restos de Sancho IV en la Catedral de Toledo (crónica retrospectiva)». Toletum: Boletín de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, 16 (1985) 127-138.
            [7] Mata Carriazo y Arroquia, Juan de, Catalogación Universidad de Sevilla. Secretariado de Publicaciones,( ed.)  En la frontera de Granada. (Granada 2002). Editorial Universidad de Granada. Campus Universitario de Cartuja. ISBN 84-338-2842-8. 
Menéndez Pidal de Navascués, Faustino (1982). Instituto Luis de Salazar y Castro, ed. Heráldica medieval española. Volumen I: La Casa Real de Castilla y León. Hidalguía. ISBN 8400051505. 
 
            [8]  Mª ZAMBRANO, La agonía de Europa, Ed. Mondadori, Madrid  1988, pp. 30-32. Aconsejo vivamente al lector este libro de Zambrano escrito en 1949, recién exiliada, porque tiene una actualidad increíble para la situación social de la nueva Europa.