lunes, 21 de marzo de 2022

REACCIÓN ANTE LA CRISIS: Agusti Gamito

 

REACCIÓN ANTE LA CRISIS:


Agustina Gamito Llera


Hola Abdón, 

He leído, como me pediste, las dos reflexiones sobre el hombre en crisis. Mi más absoluto respeto hacia los autores y coincido en la visión que tienen sobre este asunto tan delicado y tan importante, para los cristianos en particular, y para la Iglesia por el sufrimiento de sus hijos.

Leyendo sus argumentaciones me iban surgiendo mis propias reflexiones que no dejan de ser otra manera de decir lo mismo. No obstante, sí que he visto que el segundo autor, se ha centrado en la crisis del hombre pecador, del hombre que no tiene esperanza de salir de su pecado, que no se siente perdonado; que la culpa lo tiene atenazado de tal manera que no ve el amor de Dios y le lleva a la desesperación más absoluta. También pienso que hay otra crisis, la crisis existencial, que viene derivada de episodios traumáticos, muertes de familiares queridos, enfermedades, paro, problemas en el matrimonio, etc. Desde aquí partiré transmitiendo las impresiones o reflexiones que me suscitan los argumentos de los dos autores.

El hombre en crisis. Más que una desconexión con la realidad, lo que sucede es que ha prevalecido la conexión con la realidad “yo, hombre carnal” y ha cortado con la conexión del “yo, hombre espíritu”, que es nutrido por Dios. De tal manera que, como bien dicen, se siente solo, huérfano, indefenso; porque esta desnudez, es una desnudez que le deja desprotegido ante los agentes externos, vulnerable y sin recursos para luchar contra el enemigo que nos mata, el demonio, que intenta borrar toda presencia de Dios en la historia, y en nuestra historia personal que es la que más nos afecta y en definitiva la que más nos importa: ver a Dios presente, salvador y redentor.

¿Por qué le sucede esto al hombre? Porque el hombre no está catequizado, ha recibido una catequesis de Primera Comunión y poco más, por ello tiene una fe infantil e inmadura; para los sufrimientos fuertes de la vida nos quedamos sin armas. Coincido en que la sociedad de hoy con sus formas de pensamiento de hedonismo e individualismo no ayuda. También las redes sociales donde las personas muestran sus vidas con una cara que es ficticia, alegre, suficiente, como de teatro, pero que se desmorona detrás de la instantánea. Como en El Retrato de Dorian Gray, los jóvenes y no tan jóvenes venden su alma por una promesa falsa de vida. Algo verdaderamente grave que induce a veces al suicidio. Las corrientes filosófícas que han “matado a Dios" han envenenado las mentes impunemente. Otra opinión personal, es que a veces se ha vertido una imagen de Dios blanda, y se ha obviado la importancia de predicar la cruz. mediante “la necedad de la predicación”(ICor 2) como dijo el Apóstol, y predicar a un Cristo muerto y resucitado: “anunciamos tu Muerte, proclamamos tu RESURRECCIÓN, ven Señor Jesús”. Por ello el hombre ante el sufrimiento no entiende que sucede, le invade la muerte, y si Dios es Amor ¿Cómo permite que me sucedan estas cosas tan terribles? De ahí el ejemplo citado de Job, hombre sufriente, un hombre cumplidor de la ley y que ante la dura adversidad lamenta el día de su nacimiento. No obstante, encontramos también en este personaje la consciencia de Dios dador de vida y muerte “si aceptamos de Dios los bienes, no vamos a aceptar los males”,  y “el Señor me lo dio, el Señor me lo quitó”; pero lo más auténticamente existencial es la revelación :“antes te conocía de oídas, pero ahora te han visto mis ojos”. En el día aciago, en la noche oscura.



Predicar la cruz es mostrar la realidad de la historia del hombre. No es suficiente la autoestima (aunque entiendo lo que quiere expresar),porque nosotros no podemos decirnos o creernos: “tú puedes". El hombre lucha por salir de esa situación y ve que no es así, está sumido en un pozo profundo del que no puede salir, sea el hombre en crisis por el pecado o el hombre que no encuentra a Dios en los acontecimientos del sufrimiento. Y si su vida no está apoyada en la Roca (Sermón de la montaña) es el hombre más desgraciado.

El cristiano a menudo piensa que si es bueno, y que si cumple con ir a misa y otras cosillas le salvarán de las desgracias. Pero Dios hace llover sobre buenos y malos. Esto es la religiosidad natural, donde por temor, el hombre intenta aplacar al ídolo, con un cambalache. Claro, cuando los avatares de la vida, con los episodios de sufrimiento que surgen se queda perplejo, estupefacto. Por ello, ciertamente la importancia de la evangelización en la Iglesia y en nuestros entornos personales de familia y trabajo, cada uno según su carisma.

¿Qué ayuda hay para este hombre en crisis? Otro cristiano que le anuncie que Cristo está resucitado y que tiene el poder de resucitarle de su muerte.

Otro cristiano que le ayude y le encamine a volver a ver el rostro de Cristo. Ciertamente como bien dicen los autores, con paciencia, sin exigencia, con respeto, sin juzgar… perdiendo nuestro tiempo, dándoles nuestra experiencia de nuestras crisis; diciéndoles que no somos mejores, que somos igualmente vulnerables, mostrando nuestras miserias y anunciándoles el Kerigma. Otro cristiano que esté dispuesto a coger la camilla, subir al tejado, abrir un agujero en el techo y presentar al inválido a Jesús. Por la fe de esos, dice el evangelio se le perdonó los pecados y también se curó la invalidez. Curación del alma y cuerpo. Y se llevó su camilla, pienso yo para que no se le olvidara de donde lo había sacado Jesús: “antes estaba impedido y ahora puedo andar”. De aquí brota la alabanza. Solo Dios cura, pero hace falta camilleros.

Recuerdo con respecto a la oración, el episodio del Éxodo cuando Moisés oraba en medio de una batalla; cuando bajaba las manos perdían, entonces otros tuvieron que sujetarle las manos porque se cansaba, y así, con esa ayuda, ganaron la guerra. La oración de los cristianos y rezar unos por otros es fundamental, y es muy fructífera. También dice Jesús que no sabemos pedir lo que nos conviene, muy cierto. Más nos vale pedir aceptar su voluntad y fortaleza ante los sufrimientos. El mismo Jesús ante la inminencia de su Pasión pilló a sus discípulos dormidos y les amonestaba preguntando el por qué no habían podido velar con Ėl ni siquiera una hora. "Velad y orad para no caer en la tentación".

Es necesario un conocimiento y un trato asiduo con la Palabra, porque ilumina, sana, consuela, anima a la conversión, al perdón…tantas y tantas cosas bellas. La Palabra nos hace reconocer inmediatamente el susurro del Espíritu que nos señala el camino. Y lo más valioso: la Palabra nos hace ser hijos de Dios.



Pecadores siempre seremos, hay que asumirlo, así gozamos de su misericordia “Dios nos encerró en el pecado para tener misericordia de todos". La confesión regeneradora y reparadora: “todo lo hago nuevo". Agarrarse a la esperanza, claro que sí, como vía de la paciencia, sabiendo que nuestra vida está escondida en Cristo y  "todo sucede para nuestro bien", como dice el Apóstol S. Pablo en Rom 8.  La esperanza siempre de la mano de la fe, aunque sea mínima, porque en cierta manera se retroalimentan.

Termino esta parrafada, -perdóname Abdón-, con una cita de Romanos que me ayuda mucho personalmente. Dice el Apóstol en Rom.5 “que la tribulación engendra paciencia, la paciencia virtud probada y la virtud probada, esperanza, y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado”.

Todo esto con mucha precariedad. Un abrazo


4 comentarios:

  1. El texto de Agusti me encanta, sobre todo porque la Palabra de Dios le sale del alma, brotando como una fuente que nos da la Vida. seguro que quien te lea quedará tocado por SU PALABRA y la tuya. ¡ Leer la Biblia transforma siempre la vida humana !

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  2. A mi también me ha encantado tu reflexión , Agustina. No se puede decir más ni más brillantemente. Me encanta lo de " sólo Dios cura pero hacen falta camilleros".

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  3. Agustina, me dice d. Abdón que hace unos días murió tu querida madre. Lo siento y rezo. Por lo querida que era (lo noto en Abdón), debía ser una gran mujer.

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    1. Gracias Ismael. Sí, mi madre además de darme la vida, su tiempo y su amor, me enseñó el camino a seguir en los momentos difíciles de la vida. Intento tener presente siempre sus enseñanzas para caminar por mi historia. Con ayuda de Dios. Un saludo.

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