Están clavadas tres Cruces...
museables en Talavera la Real
Centro
de Investigadores de la Iglesia de España en Roma
http://cronicasdetalavera.blogspot.com/ (28 de enero 2019, pp. 1-19)
Como el atardecer de la vida se va acercando y las canas
avanzan en su carrera para los de mi generación talaverana, -que prosiguen la
lucha en la palestra de la vida de cada día y de cada año-, quiero compartir
con los talaveranos un pequeño o gran
tesoro -para mí inmenso- como regalo
de Reyes en el año nuevo de la gracia del Señor: 1919. En justicia, este tesoro
os pertenece a todos los que regáis con vuestro sudor las ricas vegas del
Guadiana y del Guadajira, los dos viejos ríos que surcaron nuestros abuelos con
sus ojos bien despiertos. Viene ello a confirmar la vieja afirmación que reza
así "La vida de los pueblos es la
vida de sus ríos". Y he dicho abuelos para honrar desde aquí a todos
aquellos que se fueron años ha y que besaron
y rezaron delante de estas tres Cruces. Se da pacíficamente por convenido que yo escoja
el populismo de la canción Están clavadas
tres cruces... para nombrar este
ensayo; porque tres eran tres, en Talavera y también en el Gólgota. Cada uno a
su guisa.
Afirmar sin ambages que Talavera la Real tenía una Ermita
visigótica de La Virgen de la Ribera
(Siglos V-VI d. Cristo), es mucho decir, y debe de llenar de orgullo a
todos los talaveranos, porque ello supone que la comunidad cristiana de
Talavera la Real es muy vieja y tiene el rostro arrugado de tanto parto y
maternidad, y ahonda sus raíces en la
fecundidad irrebasable e inenarrable del mejor cristianismo emeritense, que se
alimenta del culto martirial eulaliense,
puesto hoy muy de relieve, al aparecer,
recientemente, las tumbas de sus Arzobispos visigóticos escoltando el Trofeo
martirial de Santa Eulalia. ¡Qué pena más grande, para llorarla siempre, que
la Ermita visigótica de La Virgen de la Ribera haya desparecido
del paisaje talaverano con la complicidad ladina de los poderes de turno que se
unía al silencio cobarde de los talaveranos! Allí fueron, tantos siglos
romeros, nuestros antepasados para agradecer sus cosechas e implorar la
protección maternal de la Virgen madre de Dios, que bien merecen que no
borremos su memoria. ¡Hemos sido muy injustos con ellos! Hago mías, en este
caso, unas palabras de Bertol Brecht que siempre iluminaron mi camino:
" ¡Ay de aquellos que se
esfuerzan y luchan toda la vida,
esos son los imprescindibles! "
A.- CRUZ VISIGÓTICA DE TALAVERA LA REAL
( SIGLO VI d. Cristo )
Estamos delante de un verdadero tesoro del s. VI d.
Cristo, una cruz de bronce, laminado con oro al fuego, encontrado en el lugar topográfico
donde se encontraba la Ermita de la Virgen
de la Ribera, a la orilla del río
Guadiana, llamado hoy popularmente DIALCONDE, a 4 kilómetros de la actual
Talavera la Real de la provincia de Badajoz. Justo por ello creamos un sintagma nominal nuevo para nombrarla
técnicamente con el neologismo: La cruz de la Virgen de la Ribera
La cruz debió estar
fijada a algún elemento litúrgico de
mayor tamaño, llámese altar, relicario, sagrario, o vasos sagrados, como demuestran los cuatro boquetes de sus respectivas puntas.
La cruz mide 4,5cm +
4.4cm, con gran peso para su tamaño, y va laminada en oro de 21 kilates, con
un altozano central convexo de 1,4cm de
lado y que termina en punta, donde confluyen cuatro veneras serpenteadas por
medias naranjas que arrancan de sus puntas.
Una particularidad muy relevante
de nuestra cruz son las 4 veredas en alto relieve que arrancan de sus puntas
para confluir en el cuadrado central convexo; las cuatro van surcadas de medias
naranjas sucesivas que le dan una belleza relevante, y se ajustan al
vocabulario visigótico.
A su vez, la traza de las
cuatro puntas de la cruz van festoneadas, y llevan también como remate el mismo
cordón de bolas, sobre los que confluyen en perpendicular altorelieve las
cuatro veredas anaranjadas de sus cuatro lados.
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CRUZ VISIGÓTICA ( s. V ) de Talavera la Real |
B.- CRUCES ROMÁNICAS DE TALAVERA LA REAL
( Siglos XII y XIII d. Cristo )
Muy particular de los dos Cristos que presentamos ha sido su hallazgo, en la orilla del río Guadajira, a
cuatro kilometros de Talavera la Real, junto a una moneda de Sancho IV de
Castilla apodado el Bravo, lo cual
asegura la datación de las piezas. No
estamos pues ante una
reproducción posterior a esa fecha (1258-1295) de modelos románicos que con frecuencia se realizaban,
sino ante dos Cristos de la misma época del reinado de Sanscho el Bravo con el vocabulario típico de
la escultura visigótica. Justo por ello es conveniente atender al Sitz in Leben (Contexto existencial) del
tiempo referido, que el iniciado podrá completar con la bibliografía[1] que puede encontrar a pie de
página.
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Moneda de Sancho IV el Bravo |
Anverso : "SANCII REX".
Reverso : " CASTELLE LEGIONIS ".
Ceca: estrella en primer y cuarto cuadrante
de la cruz.
Concretando la época referida notemos
que Sancho IV de Castilla[3], llamado «el Bravo» (Valladolid, 12 de mayo de 1258 - Toledo, 25 de abril de 1295), fue rey de Castilla entre 1284 y 1295. Era hijo del rey Alfonso X «el Sabio» y de su esposa, la reina Violante de Aragón, hija de Jaime I «el Conquistador», rey de Aragón.
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Sancho IV el Bravo |
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Las dos Cruces románicas junto a la Cruz visigótica
|
La sucesión de Alfonso X
( 1275 )
El hijo primogénito de
Alfonso X y heredero al trono, don Fernando de
la Cerda, murió en 1275 en Villa Real, cuando se dirigía a hacer frente a una invasión
norteafricana en Andalucía. De acuerdo con el derecho
consuetudinario castellano, en caso de muerte del primogénito en la sucesión a la Corona,
los derechos debían recaer en el segundogénito, Sancho; sin embargo, el derecho
romano privado introducido en el código de Las Siete
Partidas establecía que la sucesión debía corresponder a los hijos de Fernando de
la Cerda.
El rey Alfonso se inclinó en
principio por satisfacer las aspiraciones de don Sancho, que se había
distinguido en la guerra contra los invasores islámicos en sustitución de su
difunto hermano. Pero posteriormente, presionado por su esposa Violante de
Aragón y por Felipe III de
Francia, tío de los llamados «infantes de la Cerda» (hijos de don Fernando), se vio obligado a compensar a
estos. Sancho se enfrentó a su padre cuando este pretendió crear un reino en Jaén para el mayor de los hijos del antiguo heredero, Alfonso de la
Cerda[4].
Finalmente, Sancho y buena
parte de la nobleza del reino se rebelaron, llegando a desposeer a Alfonso X[5]
de sus poderes, aunque no del título de rey (1282). Solo Sevilla, Murcia y
Badajoz permanecieron fieles al viejo monarca. Alfonso maldijo a su hijo, a
quien desheredó en su testamento, y ayudado por sus antiguos enemigos los benimerines empezó a recuperar su posición. Cuando cada vez más
nobles y ciudades rebeldes iban abandonando la facción de Sancho, murió el Rey
Sabio en Sevilla, el 4 de abril de 1284.
Sancho se alzó como rey sin
respetar la voluntad de su padre y fue coronado en Toledo el 30 de abril de 1284. Fue reconocido por la mayoría de los pueblos y de los nobles, pero al
mismo tiempo hubo un grupo bastante numeroso de partidarios de los Infantes de
la Cerda que reclamaban el acatamiento del testamento en cuestión, el rey Alfonso III
de Aragón hizo proclamar a Alfonso de la
Cerda como rey de Castilla en Jaca en 1288, e hizo una breve campaña en Castilla
(1289-1290).
Durante todo el reinado de
Sancho IV hubo luchas internas y peleas por alcanzar el poder. Uno de los
personajes que más discordias provocó fue su hermano el infante don
Juan y a su causa se unió el noble don Lope Díaz III
de Haro, VIII señor de
Vizcaya. El rey Sancho hizo ejecutar al de Haro y mandó encarcelar al infante.
También, según cuentan las crónicas, dio la orden de ejecutar a 4000 seguidores
de los infantes de la Cerda, pasándolos a cuchillo en la ciudad de Badajoz, a 400 en Talavera y a otros muchos en Ávila y Toledo. En 1285 nombró a Pedro Álvarez
de las Asturias mayordomo mayor del reino.
Después de estos
acontecimientos, perdonó a su hermano don Juan, quien al poco tiempo volvió a
sublevarse, ocasionando el conflicto de
Tarifa. Don Juan llamó en su ayuda a los benimerines de
Marruecos y sitiaron la plaza que estaba defendida por su gobernador Guzmán el
Bueno, señor de León. Allí ocurrió el famoso acto heroico y la muerte inocente
del hijo de Guzmán. La plaza de Tarifa fue fielmente defendida y los benimerines regresaron a su lugar de origen. Se desbarataron de
esta manera los planes del infante don Juan y los del sultán de Marruecos, que
pretendía una invasión.
Cuando subió al trono de
Aragón en 1291 Jaime II, hubo un acercamiento con Sancho IV
plasmado en el Tratado de Monteagudo.2 Por otra parte, Sancho IV fue un gran amigo, además de tutor, del
personaje histórico conocido como el Infante don Juan Manuel[6].
Sancho el Bravo murió en
1295, dejando como heredero a su hijo Fernando, de nueve años. Dejó también la
herencia de las disputas y rivalidades con los infantes de la Cerda y sus
partidarios[7].
C.- La Cruz cortada y La Cruz
redonda
a) LA CRUZ CORTADA
Damos pacíficamente por convenido el
sintagma nominal, La cruz cortada,
para referirnos al más antiguo de los dos Crucificados, a la derecha de la
imagen, que podríamos datar en el s.
XII.
La
cruz cortada mide 4cm x 3cm y va presidida por una recia cartela del INRI
(Iesus Nazarenus Rex Iudeorum), con un marco en doble volta muy elegante.
Particularidad singular, con conexión frecuente a la manera del s. XII-, es la
terminación lanceolada de los extremos de la cruz. Pertenece a la tipología
románica de los Cristos majestaticos, con
rostro y ojos grandes, piernas bien abiertas, manos recias alargadas, y paño de
pureza rígido.
Es muy singular la imagen de la
Virgen en el reverso del Crucifijo. Melena abundante, nariz grande, y manos
oracionales juntas, forman parte de una bella iconografía hiératica, con un
manto abundante que deja mostrar su rodilla izquierda en altorelieve. Se recoje
el manto en su parte inferior con la media luna de la mujer del Apocalipsis.
Desgraciadamente el leño central y vertical de la cruz está partido debajo de la media luna.
La cruz viene rematada encima de la
cartela inriniana con un fijador sólido y muy fuerte para sus medidas, que nos habla de que este Crucifijo
colgaba de una cadena.
b) LA CRUZ
REDONDA
Tomamos el
origen del neologismo Cruz redonda de
la forma concreta de sus leños vertical y horizontal redondos que terminan en
punta de flecha, por otra parte muy
originales ad casum.
Este
crucifijo mide 4.5cm x 3cm. Tiene tres particularidades especiales: a) cabeza
inclinada al lado derecho; b) fuertes remates de los clavos de las manos, que no
de los pies; y c) piernas inclinadas a la derecha de la imagen con paño de
pureza abundante a su izquierda. Todo ello indica cierto movimiento en la
imagen típica de finales del s. XIII que prepara ya el nacimiento del gótico y
los albores de imágenes más dinámicas y detallistas, en contraste profundo con las imágenes románicas
más estáticas y mayestáticas.
Encontramos
de nuevo la imagen de La Virgen en el
reverso del Crucifijo. Las manos abiertas sobre el pecho en posición hierática,
mostrando sus palmas son muy singulares; le acompañan la media luna y la bola del mundo a sus pies. Unos ojos grandes
sobre el rostro expresan señorío y
majestad.
Es muy
curioso hacer notar que este Cristo más dinámico y movido que el anterior del s. XII, tenga una imagen mariana
mas estática e hierática que su predecesor temporal; todo ello podría apuntar a
una datación más temprana de la de finales del s. XIII, de cualquier modo
siempre antes de 1295 en que murió Sancho IV el Bravo.
Dije en el
título de nuestro ensayo "tres cruces museables...". Me reitero en el sintagma nominal, dado que
pertenecen a las raíces cristianas de mi querido pueblo. Talavera la Real, donde
nací a la vida y a la fe, y en cuya preciosa pila bautismal del s. XVI
aconteció el día más importante de mi vida, puesto que en ella renaci como hijo
de Dios y de la Iglesia madre. Mis raíces, mis amigos, mi pueblo, al que tanto
tengo que agradecer tanto yo, como mi familia. Por todo ello y más que no sé
decir, estas tres cruces quedarán depositadas en el Museo de Arte Sacro de la Catedral de Badajoz, con la única
condición de que una cartela bien grande haga constar a mi pueblo y a mis
gentes: "Encontradas en Talavera la Real". Así se hace la historia.
Consules
videant.
C) LA AGONÍA DE EUROPA
Delante
del gólgota de Talavera, presidido
por sus tres Cruces, me permita el lector acudir y refugiarme al abrigo de la
reflexión, siempre honda y acertada, de la
mayor filósofa española del s. XX, María Zambrano, la mejor discípula de
Ortega Y Gasset, y en el decir de muchos
-entre los cuales me encuentro- "la discípula que superó al maestro".
Cuando la
gran catedrática europea, María Zambrano, retorna a España del exilio al que
fue sometida injustamente durante cuarenta años, -su mayor tragedia, su
gólgota, "el cáliz que hay que
beber", en el decir de ella misma-,
llega en un carro d ruedas. A los poderos fácticos le interesaba sobremanera
aprovechar la fama de Zambrano en Europa y USA para desplegar en los Media y en
las Cancillerías europeas una gran publicidad que hiciese constar la imagen de
la España democrática y moderna. Todo son glorias para los exiliados. Acuden a
recibirla en Barajas en 1.985 el Presidente del Gobierno Felipe González y el
ministro de cultura, y la reciben los reyes de España en una audiencia muy
especial controlada por su gran amiga la reina Doña Sofía. Poco tiempo después,
a la filosofa exiliada, la republicana Zambrano, los poderes fácticos la
orillan y marginan al comprobarse que la
roja republicana es una gran creyente practicante católica. Ya no interesa a
los neófitos de la izquierda española. ¡Qué pena da la vocación cementerial española, que entierra y
desentierra periódicamente a sus hijos mejores! María Zambrano está muy de moda
en Alemania, Italia y USA, y es
leída, traducida y estudiada con avidez;
y se hacen tesis doctorales sobre sus escritos filosóficos... ¡Y qué pena que
sea más conocida fuera de España que en su
propia tierra! Aduce con prisas ahora a la debilidad de mi memoria la
misma historia ad casum que escribió,
por tres veces, el gran humanista extremeño Benito Arias Montano, la mano
derecha de Felipe II: "En Flandes y en Italia son más justos conmigo que
en mi propia tierra". Quizás el que esto escribe podría contar algo, también, de esa vocación cementerial hispánica.
La filósofa exiliada da en el clavo: "Europa no hereda de Grecia sus
dioses ya desacreditados y consumidos por la filosofía griega. Su Dios
le viene de un pueblo semita. Es, de todos los dioses, el Dios creador por excelencia: el que ha sacado al mundo de
la nada.
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CHAGALL |
Él ha sido el verdadero Dios de Europa, el dios de un
"pueblo elegido" por Él para
salvar a todo el universo. Dios creador pero que perdió al hombre y con
él al mundo. Pues el hombre, criatura predilecta, también se rebeló, y al
hacerlo desposeyó a Dios del mundo que
creara para su gloria. El "seréis
como dioses" de la serpiente despertó en el hombre su deseo de suplantar a Dios en el mundo, de ser Dios dueño de un
mundo que él no había creado. Dios podía haberlo aniquilado, haber devuelto a
la nada a esta impar criatura que se le revolvió, podía haber borrado al mundo.
Mas no lo hizo, y aún le envió, más tarde, el único remedio que podía arreglar
esta situación. Le envió a un Dios como él, que adquirió figura humana, carne
mortal para morir y, todavía más, para ser devorado por los hombres; un dios
que se hace alimento de la insatisfacción humana. El "seréis como
dioses" ya no viene de la
serpiente; Dios mismo se ofrece para aplacar esta hambre divina. Dios sigue siendo el Dios de la
creación, pero aún más que nada de la misericordia.
Con el cristianismo, este nuevo Dios que no destruyó al
viejo triunfó definitivamente en los albores de lo que había de ser Europa. Sin
duda, muchas religiones quedaron actuando bajo su derrota, produciendo su efecto en la vida del naciente Continente, ya
sea en forma plena, llamándose por su nombre; ya de forma más sutil,
infiltrándose, enmascarándose. Pero es indudable el triunfo de este Dios en
cuya adoración Europa ha ido creciendo. Porque
Europa se lanzó con furia a la adoración de este Dios Creador... y el hombre europeo se ha
glorificado por la creación. Uniformidad
y continuidad, tal vez única, en la vida tan compleja de Europa. Es la
tradición, la gran tradición que a todos reúne y que, a través de todos los
cambios, subsiste. Lo que hasta ahora ha sido puesto a salvo y rescatado, la
antorcha, que arrebatada de unas manos enemigas, no se ha dejado caer"[8].
Abdón Moreno
Iglesia Nacional de España en Roma
Cfr. un texto mas detallado en
[1] Información básica Wikipedia (20 enero 2019).
Cfr. Arco y Garay, Ricardo, Sepulcros de la Casa Real de Castilla. Instituto Jerónimo Zurita. Consejo
Superior de Investigaciones Científica, (Madrid 1954). OCLC 11366237.
Fernandes, Fátima Regina, «A extinção d
descendência varonil dos Menezes de Albuquerque em Castela e suas implicações
na administração do seu património em Portugal». Revista da Faculdade de Letras, História,
Universidade do
Porto,(1972) 1453-1467. ISSN 0871-164X.
Ferrer i Mallol, María Teresa, Entre la paz y la guerra: la
Corona-catalana-aragonesa y Castilla en la Baja Edad Media, (Barcelona 2005),
Ed. C.S.I.C., Institución Milá y Fontanals, Departamento de Estudios
Medievales. ISBN 8400083881.
[2]
Agradecemos a Filatelia y Numismática
SANTOS de Valladolid la fotografía y
el comentario de la moneda referida, de suma importancia para nuestro ensayo, y
para la datación de las dos cruces estudiadas,
[3] Valle Curieses, Rafael del, María de Molina: el soberano ejercicio de la
concordia (1260–1321). (Madrid 2000) : Alderabán. ISBN 84-95414-03-1.
Sotto
Mayor Pizarro, José Augusto P. Os Patronos
do Mosteiro de Grijo: Evolução e Estrutura da Familia Nobre Séculos XI a XIV, (Oporto
1987).
Rodríguez
García, Francisco (2002). Crónica del Señorío de Vizcaya (2002).
Editorial Maxtor Librería. ISBN 84-9761-029-6.
[4]
Cfr. datos fundamentales en Wikipedia (15 de enero 20019). Cfr. Gaibrois Riaño de Ballesteros, Mercedes, María de Molina, tres veces reina.
Colección Vidas Memorables (Madrid 1936), Ed. Espasa-Calpe S.A.
García de la Fuente, Arturo, Los Castigos e
documentos del rey don Sancho IV el Bravo. Estudio preliminar de una edición
crítica de esta obra. San Lorenzo del Escorial (Madrid 1935).
Gómez Moreno, Manuel. Instituto Diego Velázquez. Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, (ed.), El
Panteón de las Huelgas Reales de Burgos, (Madrid 1946).
[5] Cfr.
información detallada: González Jiménez, Manuel, Alfonso
X el Sabio, (Barcelona 2004): Ed. Ariel S.A. ISBN 84-344-6758-5.
Ibáñez de Segovia Peralta y Mendoza, Gaspar: Marqués de Mondejar. Joachin Ibarra, (ed.) Memorias históricas del Rei D. Alonso el Sabio i
observaciones a su chronica, (Madrid 1977).
[6]
Menezo Otero, Juan José, Reinos
y Jefes de Estado desde el 712 (5ª
edición). (Madrid 2005). Madrid: Historia Hispana. ISBN 84-604-9610-4.
Pérez Algar, María del Pilar; Ramírez Vaquero, Elísa; Utrilla Utrilla, Juan F. (2005).
La dinámica política. Tres
Cantos, (Madrid 2005): Istmo. ISBN 84-605-6339-1.
Rabadé Obrado, Félix , Alfonso X el Sabio: biografía. (Madrid 1997). Studium
Generalis. ISBN 8470904337.
Rivera Recio, Juan Francisco (1985). «Los restos de Sancho IV en la Catedral de Toledo (crónica
retrospectiva)». Toletum: Boletín de la Real Academia de Bellas
Artes y Ciencias Históricas de Toledo, 16 (1985) 127-138.
[7]
Mata
Carriazo y Arroquia,
Juan de, Catalogación Universidad de Sevilla. Secretariado de Publicaciones,(
ed.) En la frontera de Granada. (Granada 2002). Editorial Universidad de Granada.
Campus Universitario de Cartuja. ISBN 84-338-2842-8.
Menéndez Pidal de Navascués, Faustino (1982). Instituto Luis de Salazar y Castro, ed. Heráldica
medieval española. Volumen I: La Casa Real de Castilla y León. Hidalguía. ISBN 8400051505.